miércoles, 6 de enero de 2010

Bajada de Reyes

Anoche, mientras apuraba los últimos asuntos del trabajo antes de salir, timbró mi teléfono.

- No compramos ningún regalo para los chicos-. Era Eve.
- ¿Y por qué debemos comprar regalos?
- Por bajada de Reyes. Valentina ha puesto sus botas debajo del árbol de navidad, también los zapatos de Julito y ha escrito una carta. ¿No les puedes comprar algo?-. Di un suspiro.
- Sí, acá cerca hay un Metro.

A mí no me gusta recibir encargos de Eve porque siempre me sale mal; pasa en cualquier situación: con comida, con mandados en el mercado, hasta con ganchitos de pelo. Sospeché que esta vez no iba a ser distinto, pero de todos modos me comprometí a buscar el encargo: para Vale, Alicia en el país de las maravillas, de cierta edición que yo ya conocía. Para Julito, rompecabezas de madera de 10 piezas y alto relieve.

De modo que fui a Metro en busca de los regalos, pero ese mercado (el que está en Gregorio Escobedo) no tiene una sección de libros. Hay que ver lo bien surtida que está de cervezas y de vinos, pero libros, ni uno sólo. Abandoné ese lugar y caminé las 5 cuadras que la separan de otro Metro, el de Pershing, pero allí los libros se reducen a tonterías para dummies, comequesos y porquerías de autoayuda.

Al final, un negocio cerca de la casa tuvo el libro buscado, pero no conseguí un rompecabezas para Julito. Llegué a la casa y Eve me recibió con tartas de manzana con café, todo un manjar para mí. Vi los zapatos de mis pequeños en el arbolito y la carta, junto a un plato con galletas y un vaso de leche, para los Reyes. Eve me dijo que ya no le dejó a Vale poner agua para los camellos.

Me dirigí a la cocina en pos del postre, y ya atacaba el primer pedazo cuando Eve vino a reclamarme por el horrible libro que había comprado. Resultó que no era el que quería Vale, que ese no sirve, que no le va a gustar y etc., etc. Toda defensa fue inútil. Bueno, de todos modos, ya sabía yo que pasaría esto.

¿Y qué, se quedaron sin regalos? Nones, Eve salió a buscarlos por sí misma. Nos quedamos Julito y yo... y las tartas.

A la mañana siguiente, o sea hoy, Valentina corrió al árbol, vio que habían desaparecido las galletas y la leche y, a cambio, los zapatos estaban llenos de chocolates, caramelos y dos regalos. El de Vale, una pistola que dispara burbujas de jabón. El de Julito, un tablero con formas geométricas. Y en el nacimiento, tres Reyes Magos que no estaban la noche anterior miraban el pesebre.


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