domingo, 28 de octubre de 2012

El campeonato al que no fui


Hace un buen tiempo que Julito y Valentina están entrenando para el campeonato de su escuela. Llevan semanas entrenando, una el voley, el otro el fútbol. El campeonato es con equipos de uniforme, técnico, barra oficial y todo; hace dos días Julito recibió sus zapatos de fútbol porque hasta eso pedía el entrenador. Y yo no estaba.

Hoy domingo ha sido, digamos, la primera fecha, que no lo tengo claro, porque Eve sólo me ha contado que mis adorados hijos han jugado dos partidos, con rotunda victoria todos, y con un gol de Julito. Y yo no estaba.

"Tu camiseta te está esperando", me dijo Eve. Es que el papá también iba uniformado en el paseo inaugural alrededor de la cancha, acompañando al párvulo jugador. Pero Eve tiene ingenio para estos casos, y viendo que Julito se daba cuenta que él no podría pasear con papá hizo que se ubicara en la banderola que presidía el equipo. Así se le pasó a mi hijito la preocupación porque yo no estaba. Luego vinieron los partidos, el gol de Julito en el segundo partido para ganar 2 a 1. Debió ser un juego difícil, porque dice Eve que hubo cabes, caídas, empujones y casi, casi, pelea limpia entre los jugadores. Todo un mate de risa, para los papás que uniformados engrosaban la barra oficial, compuesta por las mamás. Y yo no estaba.

Valentina, mi Valentina querida también jugó. Pero aquí hubo un contratiempo y a última hora se apareció otra DT, que hizo equipo sin conocer a las jugadoras, y en el que mi hija no era titular. Todo por el carácter de Valentina, que miraba para otro lado cuando preguntaban quiénes jugaban de titulares. Ah no, pero Eve tampoco se iba a quedar quieta y me contó que fue a colocarse detrás de la técnico, y como pulga en la oreja insistía que entrara Vale, hasta que entró:

- Papá, en el segundo set íbamos 6 a 0; nosotras 0. Pero al final ganamos.
- ¿Y por qué se dejaron adelantar 6 a 0?
- Eso no es importante, lo importante es que ganamos. Eso se llama voltear un partido, ¿sabías?
- No, no sabía.
- Sí, es cuando vas perdiendo y acabas ganando; y nosotros lo volteamos.

Y así, tratando de imaginar cómo ha sido este domingo familiar y deportivo, me ha embargado la tristeza. Porque debiendo estar, no estaba.