miércoles, 19 de mayo de 2010

Mi Papaíto adorado

Tú viniste casi una hora más temprano que tu hermana, a las 7:20 de la mañana, aunque anotaron 7:30 por pura inercia, pero eso no tiene importancia.

Y claro, cuando llegaste, tu hermanita, que ya sabía, se puso más celosa de lo que creíamos porque la mamá te cargaba más tiempo. Tu ñaña había pedido ser cargada también por mamá, pero ella le dijo que no podía. No le gustó mucho, pero ya le pasó.

Hay que haber estado ahí para oír el grito que pegaste al llegar.  Grito alto y fuerte, como el que sigues utilizando para mostrar tu enojo.  ¿Imaginábamos que cuando te enojarías, ibas a gritar tan alto?  No, en realidad no imaginábamos nada porque teníamos cierta experiencia en esto de los niños.

Bobos fuimos.  Tú resultaste ser una experiencia completamente nueva.  Cada aspecto que creíamos conocer tuvo, contigo, un cariz distinto, igual de hermoso, pero nuevo.  Claro, hace dos años no podíamos imaginar esto, por eso cuando hace dos años, cuando viniste al mundo, hijito lindo, mi Papaíto querido, no me imaginaba haciendo aviones para ti.