sábado, 25 de marzo de 2017

Pollo

Llego del trabajo a ver a mis adorados hijos y encuentro algo curioso: los dos acostados boca abajo en una cama, con unas compresas calientes en las espaldas, supuestamente ese calor es bueno, música relajante en la habitación y masajes con aceites aromáticos. Su mamá les estaba masajeando.
- Oh, ¡qué tal relajo! -les digo-, ¿cómo te sientes, Vale?
- Bien, papá, pero no me distraigas, tengo que relajarme.
- Ah ya, ¿y tú, Julito, cómo te sientes, hijo?
- Yo me siento como un pollo cocinándose en una olla.
Plop.