Por esos días aterrizó en la casa un periquito australiano, escapado quién sabe de dónde, y tan agotado que se dejó atrapar allí mismo. Literalmente del cielo vino la solución de una mascota. Compramos una jaula y otro periquito para que se hagan compañía. Un par de semanas Valentina se ocupó de su alimento y agua, mientras Julito mostraba su cariño por ellos dando escobazos a la jaula. Luego, sucede con todo niño, los olvidaron. Y los pericos siguen allí, para enojo que Evelyn porque ensucian más que un perro, me parece.
Ahora Valentina tiene una nueva mascota. Se trata de un perrito de peluche que le compramos hace un par de años. Lo usó unos días y luego pasó a otra cosa. Hace unos dos meses volvió a encontrar el perro, y decidió que era su hijita y le puso por nombre Listonina.
- ¿Y por qué Listonina, hijita?
- Porque es muy lista, papito. Así como yo me llamo Valentina porque soy muy valiente, ella se llama Listonina porque es muy lista, ¿entiendes?
- Sí, hijita, entiendo.
Y así, Listonina hace dos meses es inseparable de Vale a la hora de dormir, y también provoca su llanto cuando en medio del juego Julito coge al perro que "está" durmiendo o comiendo y lo arrastra por toda la casa.
Aunque también tiene una coneja de peluche, llamada Rapidina, y quiere adoptar al Winnie Pooh de Julito (pero allí sí que hay conflicto, porque el pequeñín no se deja quitar el peluche), es Listonina con quien más se ha encariñado Vale, y se entristece cuando no la encuentra para dormir, o está en el tendedero tras haber sido lavada.
Así sea. A mí me divierte verla jugar a la casita o la comidita con su peluche. Y me tengo que callar la boca y apagar el televisor cuando la pasea por el cuarto para que "se duerma". Solamente hay un problema con Listonina: es perro, no perra. Pero Vale lo solucionó adornándolo con dos ganchitos de pelo... en las orejas.
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