jueves, 10 de diciembre de 2009

Título en blanco, je


A ver, a ver, la página en blanco que dizque atormenta a todos los que escriben algo.

Pues no a mí.

Si no tengo qué escribir, pues escribo que no tengo nada que escribir, y estoy escribiendo algo. Así es, ahora tengo un rato libre en el trabajo, pero no tengo tranquilidad suficiente para concentrarme en un tema; quiero escribir, pero la mollera está vacía.

Podría anotar algo del martes, cuando aprovechamos el feriado y armamos en casa el arbolito de navidad. No hubo fotos porque mamá -la Abu, para ustedes, hijos- fue a Cuzco y se llevó la cámara. Tampoco sirvió la filmadora porque en el cumpleaños de Vale usé la última cinta disponible y no he comprado otra, ni he borrado alguna antigua, porque desde el 2005 postergo, por un motivo o por otro, la tarea de pasar las cintas a DVD y reutilizarlas, de modo que tengo un cajón lleno de cintas que tampoco veo porque estoy decidido a editarlas y se posterga por un motivo o por otro y....

Mejor anoto que el fin de semana todos en la casa estuvieron con los mocos colgados porque doña Nilda trajo una gripe que dejó fuera de combate a Julito todo el sábado. También Eve y Solange -la nana- se contagiaron y parecía que Vale y yo nos íbamos a librar de la antipática pero el domingo en la noche mi Vale también estaba enferma. De modo que sólo yo he permanecido inmune. Pero con mocos y todo armamos el arbolito el martes.

Para entonces Julito ya estaba mucho mejor y estuvo con las pilas recargadas. Mi hijo se aviva más cada día. Y es bien travieso. Justamente, con ocasión del árbol, él retiraba las bombas que Valentina colgaba para quedarse con ellas, aunque no podía apilar más de cuatro en sus bracitos. Además del enojo de Valentina porque le arruinaban 'su decoración', se enojaba él de la impotencia al ver que las bombas se le caían sin remedio. Mi pobre hijo acabó por perder el quicio y, tirando todo, buscó consuelo en su mamá. Pero Julito también es tierno y amoroso. Así como le quita a Valentina el lápiz con el que escribe o le arruga el papel en el que dibuja, también se acerca a ella y la abraza fuerte diciéndole "nana", por ñaña. Le gusta lanzar besos volados a todo mundo y, cuando está en brazos de alguien, se apachurra y da besitos. Cuando oye el sordo ruido de la llave ingresando a la cerradura sabe que soy yo que llego y grita ¡Papá! y, acto seguido, deja lo que esté haciendo y corre a la puerta, riendo a carcajadas y aplaudiendo. Si no fuera que soy, según Eve, un poco frío de sentimientos, diría que me derrito al verlo así.

Pasado mañana, el sábado, armaremos el nacimiento. Y es casi seguro que no quedará pieza de cerámica entera con el chiquitín 'ayudando' allí. Pero esa es otra historia. Para entonces seguro tendré algo en la tutuma, no como ahora, que no tengo nada que escribir.


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