A Valentina le ha dado, a sus nueve años, por andar con el pelo suelto. Pero en la escuela no se lo permiten, así que a la salida se quita el lazo, o aquello que le sujeta el cabello.
Hace dos días, cuando lo hizo por primera vez, ocurrió este diálogo:
- Hijita, no te quites el colette...
- Me gusta el pelo suelto.
- Pero hija, una niña tiene que estar con el cabello atado.
- Tú lo has dicho, papá, una niña. Pero yo no soy una niña: soy una mujer.
¡Plop!
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