- Vale, ¿sabes quién es el Quijote?
- Sí, papá, es un caballero que se peleó con los molinos de viento.
- Ah, pero no sólo es eso. También es un idealista que nos lleva a un viaje por España y nos enseña costumbres, gentes, cosas interesantes.
- Mmmm.
- ¡Y fue escrita hace 410 años! ¿Te imaginas? Y hasta ahora da risa.
- ¿410 años? asuu....
- Yo conozco el inicio de memoria: "En un lugar de la Mancha..."
- ¿Lo leíste?
- Sí, mi amor, dos veces. Y justo la tengo acá...
Valentina se acomodó mejor a mi lado. Cerré el libro de Darío y abrí el de Cervantes en el lector.
- Está en castellano antiguo, si no entiendes algo, me dices y lo buscamos, ¿de acuerdo?
- De acuerdo.
- "En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor..."
Leímos los primeros tres capítulos: la pérdida del juicio del hidalgo, su primera salida y la aventura en la venta donde se armó caballero. Quise resumirlo al principio, pero Vale se negó en redondo: quiere leerlo todo, con las explicaciones y aclaraciones del caso, se entiende, que para eso estoy.
Hace tiempo no nos reíamos con un libro. A mi hija le encantó la historia y reía de muy buena gana con los disparates de don Quijote, con su celada de cartón, con su torpe manera de comer sin quitarse el yelmo, con la lluvia de piedras en la pila de la venta. Todo le pareció gracioso y bonito.
Siempre he querido que mi hija llegue a edad para leer los clásicos, y ayer llegó ese día. Le voy a leer y enseñar el Quijote, tal como le enseñé a querer los libros desde que era apenas una bebé. Y luego a Don Juan, a los Mosqueteros, al Conde de Montecristo, a Jean Valjean.., hay tantos.
- Papá, no sabía que era tan gracioso -me dijo cuando puse fin a la lectura.
- Y lo mejor está por llegar, hija, ya vas a ver.
Sí, hija mía, ya vas a ver.