miércoles, 22 de septiembre de 2010

Era para esto

Acabo de llegar a la oficina, y casi en el acto llega este mensaje de texto a mi teléfono:

"papa le puedes pedir a tu profesor permiso para venir un ratito"

Era Valentina. A ver, pienso, mi hijita nunca me pide que vaya a verla mientras estoy en el trabajo (me ha reclamado muchas veces que trabajo mucho, pero ese es otro tema), ¿por qué lo haría hoy? Debe tener muy buenas razones, pienso, debe ser urgente, debe ser importante. Entonces llamo y le pregunto a su mamá, pero ella no sabe; me dice que Vale hace un buen rato está en el teléfono escribiendo algo, y no quiere que le molesten, ha echado a Julito de su lado. Sigue en el teléfono, ahora está esperando respuesta. Leo de nuevo el mensaje. Me provoca ternura. En esa línea aparentemente simple se esconden inocencia, esperanza de que le haga caso y también temor a que le diga que no. Entonces le envío un mensaje: "iré".

Y viene el consabido teatro para salir del trabajo, ni me acuerdo qué excusa di, pero llegué cerca del mediodía. Sorpresa general, alegría de Valentina:

- Pensé que no ibas a venir, pero viniste.
- A ver reinita, ¿para qué querías que viniera?
- Es que ya terminé lo que me pediste, ¿recuerdas?
- Sí, sí me acuerdo -le miento, pero no tenía idea de qué era-, ¿era para eso?
- Sí, bueno, acá está, toma:





Y comprendí todo. El día anterior Valentina me había dicho que que iba a hacer un dibujo y yo, como decir cualquier cosa, le dije que me gustaría tener un dibujo muy lindo. Sin saberlo, le encomendé una tarea importantísima que le tomó toda la tarde, hasta que se durmió, por eso al despertase hoy, lo primero que hizo fue llamarme.

De modo, pienso, que tenía una buena razón, de modo que era urgente, era importante. Hice bien en ir, pienso. Pienso. Qué afortunado soy.


viernes, 10 de septiembre de 2010

Ser papá

Ser papá, qué duda cabe, me ha cambiado la existencia. Parece un lugar común, y hasta me da cosa escribirlo, pero a nadie se aplica mejor. Ser papá me ha hecho menos egoísta, he tenido que renunciar al hedonismo, aprendido a compartir. Debuté el mismo día que tú, Vale, así que vamos a la par. Con Julito ya tenía 'cancha', como se dice popularmente, pero son distintos los dos, y lo que servía contigo no siempre cuajaba con el pequeñín. Menos ahora que es un bólido con combustible para todo el día.

Ahora hay una situación más o menos nueva: Vale ya no me presta tanta atención. Es decir, la atención de antes, cuando mi presencia anulaba todo lo demás y sólo tenía ojos para mí. Entonces saltaba y corría y no se apartaba. Ahora no. Ahora que múltiples cosas ocupan su tiempo, su atención, yo he pasado a un segundo plano, o a un tercero, a veces, y ya sólo me llama cuando necesita ayuda, o tiene algo muy importante para mí. Anoche, sin ir muy lejos, ella iba a dormir con su Tita, o sea, la mamá de Eve. Y mientras salía se olvidaba de algo:.

- Hijita, ¿y mi besito? -le dije.
- ¡Muac!. Voladito nomás porque estoy apurada -me respondió. Y se fue.


De modo que ahora sólo Julito me hace fiesta cada vez que llego, Vale prefiere quedarse con lo que está haciendo.

Desde que naciste hemos estado sin descanso al cuidado de ustedes, sin solución de continuidad, porque pronto nació Julito. Ahora ya eres relativamente independiente, hijita. Pronto tu hermanito seguirá el mismo camino de 'echarme a un lado' y el cambio sí será definitivo. ¿Entonces? No sé. Yo no sé muchas cosas, y no sé si lo hago bien, hijos. A ser papá hay que aprender sobre la marcha. Si un día me evalúan, ¿aprobaré?