martes, 6 de julio de 2010

Alborotando el gallinero

Cuándo no, papá olvidándose las cosas. Hoy tenía que traer un documento muy importante y lo dejé olvidado. Ya en el trabajo lo recuerdo y el problema. ¿Cómo lo traigo? En un segundo pasan las opciones, pedirlo a Eve, enviar a alguien, que lo remitan por fax, o que lo escanéen para enviarlo por e-mail.... Todos tienen algo en contra que hacen el afán más grande que el beneficio. No queda otra, papá tendrá que ir. En otro segundo nuevas opciones, salgo a la 1, vuelvo a las 3 si es en bus; en taxi, llegaré como mucho a las 2:30 pero cuesta 30 soles. No. Ya, qué queda. Ir y volver en bus, salgo a la 1, vuelvo a las 3.

Allí voy, salgo a la 1, el bus no se sale de su cronograma y llega a las 2. Sorpresa general.

- ¿Qué haces aquí?-, me pregunta Eve.
- Vine por una notificación que me olvidé. Uy, Julito está dormido, que pena.

Vale ya está aquí.

- ¿Papito, hoy es sábado?-, está con un resfrío a cuestas, pero contenta, le entra la locura y ríe, corre, yo corro detrás de ella a hacerle cosquillas.
- No hijita, es martes.
- ¿Entonces por qué has venido temprano?
- Porque papá se olvidó un papel muy importante.
- ¿Qué papel?
- Uno que dice que me quieres mucho-, le miento, y lo que oye le hace sonreír.
- ¿Ya almorzaste?- Eve está detrás de mí mientras busco el documento olvidado.
- Ni michi-, le contesto, correteando detrás de Valentina, que no para de reír, mientras sus mamá me sirve un estofado bien rico.
- Ven a comer conmiguito, hijita.
- No-, y muerta de risa sale corriendo, y yo la persigo para traerla de vuelta a la cocina, la traigo cargada y haciéndole cosquillas, dándole mil besos a mi hija querida, ella se retuerce y alcanzo a comer tres cucharadas antes que Vale salga corriendo de nuevo. Entonces aprovecho para conversar con Eve.

En esas se me pasan 15 minutos, ¡es tarde!, me olvidé de la hora, cuándo no papá olvidándose de todo. Devoro lo que queda del almuerzo, bebo un vaso de chicha y su yapa.

- Hijita, ya me voy a trabajar-, viene el consabido puchero, pero ella entiende. En mi camino a la puerta escucho el quejido de Julito; se ha despertado con tanta bulla y está de mala gana.

- Hola hijito, ¿cómo estás, papá? Ven mi rey, 'da' papá, 'da' papá-, y le alzo. Él se retuerce, se despereza, me abraza. Me recuesto un ratito en la cama y hablo con él, le doy muchos besos a mi hijo adorado y le digo que ya me voy a trabajar. Me despido de Eve y salgo. Pero Vale viene corriendo detrás de mí gritando que no.

- No qué, mi amor.
- No te vayas.
- Tengo que volver hijita, vine sólo un ratito-, de mala gana se resigna. Ya voy de nuevo a la puerta y Julito me llama, le doy más besos y le digo que me voy a trabajar, más besos para Valentina también.
- Ya, entonces me traes un ludo, damas y...
- Y dado-, le termino la frase.
- No, bingo-, me corrige Vale.
- No, ludo, damas y dado.  Los tres tienen "d".  Bingo no tiene "d"-, le digo, y ella se queda pensando.
- No, me traes ludo, dama y bingo.
- Ya.
- Pucha, los dos están pilas. Me vienes a alborotar el gallinero-, me dice Eve sonriendo.

Desde la calle logro oír el llamado de Valentina. Me da pena dejarla así, pero no hay otro remedio, lo bueno es que no es serio, y se le pasa pronto. Voy de prisa a tomar el bus. Ya es tarde, no voy a llegar a las 3. De todos modos tendré que tomar un taxi, pero será a medio camino, para que sea más barato, en un punto que sí me permita llegar a las 3.  Cuando no, papá olvidándose de las cosas, pero no me olvidaré de lo que me pidieron.

Cuando por fin tomo asiento en el bus, me acuerdo lo que me dijo Eve, "me alborotas el gallinero". Sí, lo alboroto. Alborotarte el gallinero me hace feliz.